En esta minerva, Jesús Dolado Esteban nos habla del canuto del soldado. Si buscamos la definición de canuto en el diccionario de la lengua española, encontraremos, entre otras acepciones “licencia absoluta del soldado”.
El entrar en filas y someterse a la jurisdicción militar, los mozos perdían su condición de civil, que sólo volverían a recuperar tras obtener la licencia, popularmente conocida como la “blanca paloma”. La licencia, hasta la aparición en los años 20 de la cartilla militar, se materializaba en unos pliegos de papel, generalmente manuscrito, en los que, a modo de hoja de servicio, se acreditaba la vida militar del soldado cumplido.
A nadie se le escapa la importancia que estos papeles tenían para el licenciado, el cual, se esmeraba en custodiarlos de la mejor manera posible. Con este fin, se popularizó el uso de este tubo de hojalata con tapadera. Su pérdida ocasionaba que su dueño las pasara canutas, si bien, hay quien mantiene que esta expresión proviene de vida incierta y dura que le esperaba al licenciado a su regreso a casas, una vez dejada la seguridad del cuartel.
Otros afirman que se usó para trazar un círculo donde el soldado analfabeto pudiera dejar su marca a modo de firma, siendo este, el origen de la expresión, “hacer la o con un canuto”. Además de custodiar y proteger la blanca paloma, el canuto servía de seguro monedero en el que su propietario guarda sus ahorros, y en esta tarea y en contra de las mal pensadas creencias, se inmortalizó la expresión “salut y força al canut”.
Es pues el canuto otro objeto que, sin estar sujeto a regulación alguna, alcanzó una gran popularidad entre nuestros soldados, que dependiendo de su capacidad económica, adquirían los más variados modelos, ganando por derecho propio, un hueco en el folclore popular:
“Para mi hermana le traigo un pañuelo, para mi madre, un vestido negro, y a mi novia le voy a regalar, el canuto y la licencia por si se quiere casar.”