HOMENAJE AL MULO

Hace unos días un veterano socio de la SD de Huesca me envío por correo postal un cuaderno a modo de libro dedicado al Mulo de Montaña, con una dedicatoria que llamó mi atención y mi interés por el contenido del documento que decía: «A los labradores de antaño y a los soldados acemileros de todos los tiempos».

Lógicamente por mi condición de haber sido uno de los Capitanes Jefes de la Cia. Mixta de la Agrupación Mixta de Ingenieros de Alta Montaña (AMIAM) de la Brigada de Infantería de Alta Montaña (BRIAM), allá por los años 1982-1984, en la que contaba orgánicamente con dos Secciones de Zapadores a lomo, leí con interés el documento recibido y destilaba tal cariño y nostalgia por el eficaz servicio que los mulos habían prestado en nuestras Unidades de Montaña, que creí de justicia compartir y difundir su contenido con todos los asociados, pues muchos de nosotros hemos prestado nuestro servicio en ese tipo de Unidades. Y como decía su autor, D. Mariano Ramón Gil, veterinario de profesión, ¡QUE NO SE PIERDA SU MEMORIA!.

Muchas gracias amigo Mariano por tu excelente documento, que seguro traerá gratos recuerdos a muchos de nosotros y a otros les abrirá los ojos y el conocimiento a un mundo que fue. Documento que iré publicando por artículos y a su finalización compartiré en formato pdf con todos nuestros socios.

Benjamín Casanova Chulilla

Secretario Nacional

MEMORIAS DEL MULO

La vocación agraria de la economía española tras el final de la guerra civil de 1936 propició, con éxito, la producción de animales para trabajo, en especial, de ganado mular, si bien este censo se vio posteriormente reducido en paralelo con el auge de la mecanización agrícola. En aras a una mejor calidad ganadera, las paradas de sementales de entonces, tanto las particulares como las del Estado, se dotaron de caballos percherones y bretones, y de garañones procedentes de la Plana de Vich, a la vez que, a través de los Pirineos, se hacía contrabando de mulas poitevinas (del Poiteau) herradas en sentido contrario a fin de desorientar a los guardias fronterizos.

En toda España las ferias eran ocasión para la compraventa de este ganado. Una de estas ferias, quizá la mayor, se celebraba en Huesca en torno al día de San Andrés, o sea, al cabo del mes de noviembre, y otra, también grande, en Salas de Pallars (Lérida), cuya edición, ya agónica, conocí en 1960. A ellas acudían mulas treintenas (de treinta meses de edad), listas para ser uncidas, y otras quincenas y lechales, que precisaban de uno o dos años más para alcanzar su aptitud, tiempo que generalmente cumplían en los valles pirenaicos.

Cuando los estudios veterinarios cursados en las escuelas fueron llevados a las facultades, la profesión veterinaria se vio inmersa en el tránsito de la albeitería a la veterinaria de nuestros días. Los tratamientos tradicionales se sustituyeron por productos farmacéuticos y, asi, una patología tan frecuente en la época de trilla, cual es la infosura pododermatitis), dejó de resolverse mediante sangrías, pediluvios y laxantes para tratarse con corticoesteroides (Córtico Neosán), y las neumonías con penicilina, en sustitución de los sedales subcutáneos empapados en aguatas (esencia de trementina).

Por otra parte, las ferias constituyeron una importante fuente de ingresos profesionales a cuenta de las guías de origen y sanidad y de los contratos de compraventa, documentos ambos de inexcusable provisión para el traslado del ganado ferial.

Durante siglos, el ganado mular ha hecho historia sirviendo a los ejércitos en sus aventuras bélicas y a las actividades humanas en sus quehaceres cotidianos. A día de hoy, sin embargo, es un desconocido para la mayoría de la gente, la cual, paradójicamente, se pronuncia en favor de preservar especies animales en vías de extinción. Cierto es que la presencia del mulo requiere el acoplamiento de dos especies distintas y quizá sea esta la principal causa que motiva el desinterés de los movimientos proteccionistas.

Con ocasión de celebrarse el Día de las Fuerzas Armadas en Aragón (1982), fue el Ejército quien decidió perpetuar el agradecimiento de las Tropas de Montaña al mulo, erigiéndole un monumento en Huesca a la manera que otra ciudad lo había hecho, recordando su pasado rural, en Sion (Cantón de Valais, Suiza), y otras más en Mittenwald, Stressa, Belluno, Roma, Londres, etc. Desde entonces, y cada 30 de noviembre, en la capital del Altoaragón se evoca la figura del mulo y su benemérito rol social, y a tal fin se proclama un manifiesto al pie de su monumento y se hace una ofrenda floral. Del evento y de que no se pierda su memoria se ocupa CULTA, una asociación cultural surgida de la Asociación Española de Soldados Veteranos de Montaña.

Mariano Ramón Gil

SD de Huesca

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