(EN CABECERA LA CARGA DEL RÍO IGÁN DE AUGUSTO FERRER DALMAU)
El año pasado el socio abajo firmante remitió esta comunicación para su publicación en alguno de nuestros dos medios de relación -Página Web y revista El Abeto-, sin que llegara a hacerse por no haber llegado a su destino hasta el día de hoy.
Por ser de interés para un mejor conocimiento de una parte de nuestra historia militar del siglo pasado, se reproduce hoy, aun cuando ya se haya superado la razón que lo motivaba, que no es otra que la conmemoración de los 100 años del llamado «Desatre de Anual».
“En este año desde Melilla rendimos homenaje a todos aquellos hombres que entregaron en un ya lejano 1921 el más preciado de los bienes: la vida.
Fieles hasta las últimas consecuencias con el juramento que prestaron ante la Bandera.
Nuestro más sincero agradecimiento a todos ellos. Merecen ser conocidos y reconocidos por todos.
En tanto que se les recuerde, su nombre no será olvidado.”
Buenos días:
Por si fuera de interés para esta Asociación os envío información relacionada con Annual.
Aunque melillense de nacimiento, adolescencia y juventud, me permito decir que soy oscense por vivencia profesional, más de veinte años, así como por vínculos matrimoniales. Tierra que para mí era totalmente desconocida, pero a la que estoy permanentemente ligado.
Pues bien, una vez realizada esta somera presentación, el motivo de mi escrito es referido a los acontecimientos que tuvieron lugar en Melilla/Annual aquel mes de julio de 1921, del que va a ser su centenario próximamente. En aquellos felices años 20 en los que en Madrid se asistían a bailes, teatros y comedias, en Marruecos los españoles morían en los roquedales.
Cuento con la principal ayuda de mi amigo y compañero de infancia, pupitre y juventud de nuestro colegio La Salle de Melilla (que ejerció de hospital de campaña durante esos acontecimientos), Santiago Domínguez Llosá, auténtico estudioso y conocedor de la historia de Melilla y del Rif, y ha sido el que me ha proporcionado la información de la que trata mi escrito.
Pues bien, en el archivo adjunto, después de un trabajo meticuloso, lento y farragoso, consultados en los Diarios Oficiales de la Guerra, se han extraído los muertos con nombres y apellidos de forma oficial correspondientes a la provincia de Huesca, con indicación de su municipio de procedencia y de la Unidad en la que sirvieron. No quiere decir que esos sean todos los reales, son los que se han certificado de manera fehaciente.
Son en definitiva jóvenes de diversas comarcas de la provincia, desde pueblos y aldeas pirenaicas, lugares de la Hoya de Huesca, villas pertenecientes a la franja con Lérida, etc. y que en su mayoría correspondían a una extracción humilde y no conocían otro paisaje más que el suyo, se vieron de un día para otro llamados a filas y enviados a lo que antes se conocía como África.
No voy a entrar en las consideraciones tácticas que supusieron el desastre, únicamente hacer un recordatorio de aquellos soldados que murieron bajo un sol abrasador, combatiendo, huyendo a la desesperada y peleando por su vida ante un feroz enemigo y temible combatiente como es el rifeño, que apenas hablaba su idioma y que expresaba un odio atroz hacia aquellos infieles venidos de España, atormentados por la sed, el hambre y las enfermedades.
Son jóvenes que se vieron obligados a vivir una cantidad infinita de situaciones dramáticas, huyendo en desbandada de las tropas rifeñas, escoltados y protegidos por el Regimiento de Cazadores de Alcántara nº 14 de Caballería, el único que, en plena huida del ejército español, mantuvo su integridad y protagonizó una histórica cabalgada sin retorno, y la única opción que tenían era refugiarse en Igueriben o en el recinto de Monte Arruit, donde murieron masacrados.
Mientras nos peleamos por desenterrar la memoria histórica de la guerra civil, los españoles hemos descuidado hasta olvidar la memoria, y no digamos la honra de nuestro compatriotas muertos en lo que se llamó entonces “el desastre de Annual”. A pesar de que, hasta 1956, el Rif formó parte del Protectorado Español en Marruecos, no solo no queda allí rastro de la memoria de los miles de españoles caídos en aquellas jornadas de julio y agosto de 1921, sino que ni siquiera sabemos cuántos y quiénes fueron los muertos -nos conformamos con evaluarlos en más de 10.000-, de algunas de las plazas del desastre ni siquiera se sabe dónde están, y desde luego nadie parece haberse molestado en pedir un mínimo de respeto y rigor en los excesos del chauvinismo marroquí, manifestado en la bochornosa lápida que, en Annual, afirma que unos cientos de rifeños apenas armados dieron muerte a 120.000 españoles perfectamente pertrechados.
Hago desde aquí una llamada a quien corresponda para que en el ámbito de su comarca, pueblo o ciudad se erija un homenaje, un recuerdo, una mención a ese hijo al que enviaron y que murió por España y que sus descendiente sepan reconocer a aquel pariente cuyos restos descansan en nuestro antiguo Marruecos español, jóvenes que tenían novias, amigos, padres, hijos; quizás, ilusiones y un futuro por delante y lo dejaron todo para venir a morir a mi tierra.
Nada más , muchas gracias por su atención
Javier Castrillo Meseguer
Socio de la SD de Huesca
