Hoy, 8 de diciembre de 2024, se ha celebrado la festividad de la Inmaculada Concepción, Patrona de España y de su Infantería, en todas las unidades del Arma, teniendo la ocasión de asistir a la celebración desarrollada en la Ciudadela de Jaca por el Regimiento de Infantería de Cazadores de Montaña «Galicia-64».
Durante el acto militar se ha leído, como ya es tradicional, el relato del llamado «Milagro de Empel» y que me ha hecho pensar que la desapacible mañana que nos estaba tocando disfrutar no podía ser muy diferente a la vivida por los valientes soldados de los Tercios en tierras holandesas, solo que en esta ocasión no teníamos enemigo sitiador al que combatir.
Y es en una situación como la vivida está mañana, en la que todos, sin distinción de rango, sufrimos las mismas penalidades; en las que se forja el espíritu de compañerismo, olvidando cada uno sus propias penalidades, para pensar en como aliviar las del compañero; en las que vives con alegría el emotivo momento en que un compañero se despide emocionado de la Bandera tras una larga vida de servicio, cuando me ha venido a la mente un escrito que hizo el ilustre escritor Camilo José Cela sobre la Infantería española, que al llegar a casa, tras el vino de honor celebrado en el Regimiento, he buscado y que a continuación reproduzco, porque todos estaremos de acuerdo con lo que en él expresa el escritor, aunque no se sea infante, pero si soldado de nuestro glorioso Ejército.
A PIE Y SIN DINERO, PERO EL AMO DEL MUNDO
(Camilo José Cela)
A pie y sin un ochavo en los bolsillos, calados hasta los huesos y con el estómago frío; en la vista una nube de hielo y en el dedo que oprime el gatillo, un sabañón.
El dia 8 de diciembre hace frío, mucho frío, pero nunca bastante para frenar a la Infantería, que con un trajecito de dril, derrite la nieve de los montes y la escarcha de los ríos difíciles y el hielo que oprime los corazones en desgracia.
Ningún oficio más bonito que el de Capitán de Infantería, artesano del valor heroico, orfebre del valor estoico, que va a pie donde lo mandan con sus hombres detrás, y que a veces se queda en el camino con una bala ‘!Con que facilidad, Dios mio!’ que le para los pulsos del corazón.
La guerra no es triste, porque levanta las almas. La guerra no es triste porque nos enseña que fuera de la Bandera, nada, ni aún la vida, importa.
La Infantería es la guerra a pie firme, la guerra cara a cara, la vida jugada a cara y cruz de la victoria y la muerte.
La infantería es la guerra a cuerpo limpio, y el Infante lidiador que lleva el espíritu armado de un estoque de fuego, como un arcángel de estrellas en la bocamanga.
La Infantería no es la materia, es el ligero y tenue soplo que vivifica. La Infantería no es la masa, es la compañía.
La Infantería no es, a veces, ni el concierto; es siempre la canción arrebatada del solitario centinela, que canta para que el Cabo de Guardia sepa que está vivo.
Quien no haya sido Soldado de Infantería quizá ignore que cuando el hombre se cansa, aún le faltan muchas horas y muchas leguas para cansarse. Porque el secreto de la Infantería, (nosotros estamos hablando naturalmente de la Infantería Española, la de las cornetas en el cuello de la guerrera) es el de sacar fuerzas de flaqueza y hacer de tripas corazón.
Que nunca más noble fin tuvieron, ni nada mejor pudieron servir.
Quien no haya sido Soldado de Infantería no sabe, que cuando el hombre se lanza, cuando al hombre se le calienta la sangre, lo mas difícil es pararlo y enfriarlo.
Porque el otro secreto de la Infantería es el de calentar el aire con la mirada y darse cuenta de que la batalla terminó cuando el Soldado crea que estaba empezando. Que nunca mejores temples se conocieron ni en más gallardo menester se emplearon.
Quien no haya sido Soldado de Infantería quizá ignore lo que es sentirse amo del mundo, a pie y sin dinero. A pie paseamos por donde quisimos, porque el que no va a pie, no se entera y os lo dice un vagabundo. Y sin dinero izamos nuestra Bandera donde nos dió la gana y donde nos mandaron, porque la victoria no es algo que se compra sino que se conquista y os lo dice un pobre.
Ningún oficio mas bello que el de Infante, que lleva su casa a cuestas como el caracol y se pelea porque no admite jaques; como el león y como el gallo y como el toro. Sin medir las fuerzas (que no fuera noble presentar las batallas ganadas) y sin mirar atrás porque detrás no hay nada, absolutamente nada.
Con el frio del 8 de diciembre se calienta nuestro corazón al pensar, como a una novia a la que quisiésemos, en la Infantería.
Resuenan pífanos marciales y aún nupciales en la última y más profunda revuelta de nuestros oídos y aún se estremece, gracias a Dios, ese último nervio que en los cuerpos de los bien nacidos se guarda, como oro en paño, para que vibre en las ocasiones solemnes.
¡VIVA LA INFANTERIA ESPAÑOLA!

Benjamín Casanova (Presidente SD Jaca/Sabiñánigo)

Muy bien, gracias Benjamín por tu Iluminación. Momentos así dan sentido a la vida. Quien no sienta vibrar su alma está incompleto como ser humano hijo de Dios. Gracias por permitirme compartir junto a vosotros estos momentos.
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