Excelente artículo publicado hoy en el Diario de Navarra sobre la tragedia del Puerto de Larrau.
Dos supervivientes de la tragedia, el general retirado Luis Palacios Zuasti, entonces teniente, y Fernando Saiz Padrones, natural de Burgos pero vecino de Estella desde hace décadas, recordaban con mucha emoción aquella marcha de los días 23 y 24 de octubre de 1964. “Fueron dos días muy intensos y muy duros, vivir aquello nos marcó profundamente y para siempre”, admite Palacios. “Aprendimos la dureza de la montaña, donde fuimos llevados a una situación límite en la que prácticamente se anula al hombre. Se produjo un cambio brusco y absolutamente imprevisible de la situación en una misma zona y en 24 horas. De pronto, la lluvia fue intensa, y dio paso a una niebla muy tupida, sin que pudiéramos ver a muy escasos metros de nosotros. Avanzábamos casi a tientas. Tras 13 horas de marcha, empapados, muy fatigados, por la noche pudimos descansar muy poco y tras un desayuno muy precario, a las 6 de la mañana partimos hacia España por el paso del puerto de Larrau. La lluvia se volvió nieve, que con la caída de temperatura se hizo ventisca. La cantidad de nieve era enorme. La progresión se hizo imposible. In detentamos regresar a unas chabolas. La situación fue límite. Yo me encontraba muy fatigado, pero aún algo de fuerza me permitió cargar a algún compañero. Fueron momentos muy duros, hubo mucha dispersión”.
Palacios fue de los últimos en retirarse de aquella emboscada en la montaña. En la evacuación fue impresionante la entrega de la Gendarmería y de todo el pueblo de Larrau, paisanos con sus vehículos, médicos, enfermeras y hasta un helicóptero, que hizo varios vuelos, algo que ahora hemos normalizado en los rescates pero que en aquel tiempo era “bastante insólito”.
El agradecimiento por la ayuda prestada se ha mantenido vivo durante todos estos años y hace menos de una década que este militar, junto a otros compañeros retirados, fueron recibidos en el ayuntamiento de este municipio francés vecino. “El alcalde entonces era hijo del alcalde que ocupaba ese puesto en octubre de 1964. Fue entrañable, recordaba lo vivido”. “Cada aniversario me embarga la emoción y el recuerdo a los fallecidos. Del episodio rescato virtudes fundamentales como la disciplina y la subordinación a sus mandos. Eran unos soldados de reemplazo (forzosos) fabulosos. Aún mantenemos el contacto y me siguen llamando ‘mi teniente’ (cargo que ostentaba entonces). En el límite de la acción humana actuaron con gran disciplina”.

En el recuerdo sobresalen otras actuaciones de hombres de la formación militar que posteriormente se asentaron en Navarra. Es el caso de otro teniente en su momento, Feliciano Bartual Crespo, que desanduvo el camino hasta Larrau para dar cuenta de la emergencia. Y, a pesar de los achaques de salud, mantiene vívido el recuerdo de lo sufrido otro superviviente, Fernando Saiz Padrones que, por teléfono, desde su casa de Estella, relata que aquel día es “imposible de olvidar”. “No pensábamos salir vivos de allí y cada uno hizo lo que pudo. No solo fue el frío, tremendo, sino que no teníamos ropa de abrigo, que llevábamos más de un día andando sin apenas parar. Anduvimos a golpes. Algunos pudieron refugiarse en algunos coches. Yo me quedé fuera. Nos pegábamos para arrancarnos el hielo que se nos pegaba a la cara. Una persona nunca sabe lo que puede aguantar”. Saiz Padrones nació el 30 de mayo de 1942 en Poza de la Sal, Burgos (“el mismo pueblo de Félix Rodríguez de la Fuente), de donde salió con 13 años para ir a Miranda de Ebro y nunca volvió. Lleva ya medio siglo en Estella, donde fundó un pequeño taller con el responsable de la compañía, Joaquín Calvo, y donde ahora reside junto a su hijos y nietos. “Me agrada haber podido ayudar algo a los demás. Después de haber sufrido el accidente vino a vernos al Gobierno Militar un general, uno de los pocos esquiadores que había entonces en España, y apreció el valor de cómo habíamos reaccionado algunos. Me dijo que me iba a proponer para medalla y yo, cosas de la juventud, le dije que mejor se la diera a las familias de los que habían caído, que no habían salido vivos de allí. Ahora me pena un poco, me hubiera hecho ilusión tenerla como recuerdo”.
